Resaca Disruptiva #5: La culpa ya no es de tus padres // por Nicolás Colfer

Los cronistas POETAS actuales […] agregan al relato lúdico (de sí mismxs) el registro de acontecimientos políticos y estudiantiles, de nuevos movimientos sociales, en los que buscan entender cómo se transforma la ciudad moderna. […] Ahora la ciudad VIDA es como un videoclip: montaje efervescente de imágenes discontinuas. […] Todo es denso y fragmentario. Como en los videos, se ha hecho la ciudad saqueando imágenes de todas partes, en cualquier orden. Para ser un buen lector de la vida urbana hay que plegarse al ritmo y gozar las visiones efímeras de estxs pibxs

(García Canclini, N. “Narrar la multiculturalidad”. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 21, No. 42 (1995), pp. 9- 20. para Elemento Disruptivo ♥,

Año 2020).


Play. “All the Way”, temón de New Order. It takes years to find the nerve /To be apart from what you've done /To find the truth inside yourself /And not depend on anyone. Suena en el inicio del poemario-videoclip de Sofía Gómez Pisa. Principio del movimiento. En lo sucesivo, versos que podrían corearse, poguearse, ser iluminados por la lágrima titilante de un encendedor. Los colores son evidentes: si es verdad que están en el cerebro y no en el mundo, la poesía debe ser algo cerebral. 


El entorno se fragmenta en un millón de graffitis huecos, frases hechas y dibujos que perdieron su sentido después del aerosol. Pero han quedado ahí, a la vista de una generación “que quemó todo a su paso /para que a la vida y a la calle /no le falten emblemas de lucha”. De emblemas nos hicimos. Somos poetas errantes, rotos; nos abrazamos falsamente en los slams y versificamos nuestros posteos de Instagram. Hemos desenmascarado a las generaciones previas nomás para lucir, de vez en cuando, sus caretas. Y ya no podemos culparlxs. Ya es muy cosa nuestra.


Digamos que hay en esta resignación una actitud punk, unas ganas increíbles de hacernos cargo de nuestra propia miseria. ¡Contracultura, contracultura! Si así no fuéramos, estaríamos negando todo el tiempo, fingiendo el goce todo el tiempo, extrañando amores chotos que no merecen ni un minuto de añoranza. Negación, eso nos enseñaron. Y fijate vos cómo, para rebelarnos, hicimos un culto a nuestras roturas, cómo nos perforamos y tatuamos para que nos vistan las cicatrices, cómo seguimos recitando para que el mundo escuche que nos pica vivir. Nada de quietud. Nos corresponde solo un movimiento: →→forward →→


¡Corito de una generación! ¡La culpa ya no es de nuestros padres! ¡Estamos vencidxs porque el mundo nos hizo así, no podemos cambiar! Muy vintage, ya sé, pero nada más actual que lo vintage. ¡Contracultura! Bailamos para olvidar y que no puedan decir que estamos paralizadxs. Continuamos protestando. Seguimos cerebreando la poesía. 


(Quizás este arrebato se deba a que estoy reproduciendo-leyendo en loop el poemario de la Gómez Pisa, cantándolo a un volumen que va a joder a mis vecinxs y aprovechando que, por un rato, no estoy técnicamente pelotudeando. Me encuentro en una zona temporalmente autónoma, donde no siento tanto el problema de que “las apps se actualizan más rápido que mi imaginación”. No te hagás, a vos también te pasa. Igual es cierto: “supongo que al morir /en mi fosa /lo que menos me voy a preguntar /es qué pasó con lo que no hice”. La procrastinación es la nueva ley de Murphy, y bue…).

Mi carrito